Virtuds

La virtud y la razón en plato y…

Este artículo contiene posiblemente una investigación original. Por favor, mejórelo verificando las afirmaciones realizadas y añadiendo citas en línea. Las afirmaciones que sólo consisten en investigación original deben ser eliminadas. (Febrero de 2013) (Aprende cómo y cuándo eliminar este mensaje de la plantilla)
El Catecismo de la Iglesia Católica define la virtud como “una disposición habitual y firme para hacer el bien”[1] Tradicionalmente, las Siete Virtudes Cristianas o Virtudes Celestiales combinan las cuatro Virtudes Cardinales clásicas de la prudencia, la justicia, la templanza y el valor (o fortaleza) con las tres Virtudes Teologales de la fe, la esperanza y la caridad. Los Padres de la Iglesia las adoptaron inicialmente como Las Siete Virtudes, y no deben confundirse con las Siete Virtudes Capitales.
Los filósofos griegos Aristóteles y Platón consideraban que la templanza, la sabiduría, la justicia y el valor eran los cuatro rasgos de carácter más deseables. El Libro de la Sabiduría es uno de los siete Libros Sapienciales incluidos en la Septuaginta. En Sabiduría 8:7 se afirma que los frutos de la Sabiduría “… son las virtudes; porque ella enseña la moderación y la prudencia, la justicia y la fortaleza, y nada en la vida es más útil para los hombres que éstas”.

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7 virtudes

Para muchos de nosotros, la pregunta fundamental de la ética es: “¿Qué debo hacer?” o “¿Cómo debo actuar?”. Se supone que la ética nos proporciona “principios morales” o reglas universales que nos dicen qué hacer. Muchas personas, por ejemplo, leen apasionadamente el principio moral del utilitarismo: “Todo el mundo está obligado a hacer lo que logre el mayor bien para el mayor número”. Otros son igual de devotos del principio básico de Immanuel Kant: “Toda persona está obligada a actuar sólo de manera que respete la dignidad humana y los derechos morales de todas las personas”.
Pero, ¿son los principios morales lo único en lo que consiste la ética? Los críticos han afirmado, con razón, que este énfasis en los principios morales huele a un culto irreflexivo y servil a las normas, como si la vida moral fuera una cuestión de cotejar escrupulosamente cada uno de nuestros actos con una tabla de lo que se debe y no se debe hacer. Afortunadamente, esta obsesión por los principios y las reglas ha sido cuestionada recientemente por varios especialistas en ética que sostienen que el énfasis en los principios ignora un componente fundamental de la ética: la virtud. Estos éticos señalan que al centrarse en lo que la gente debe hacer o en cómo debe actuar, el “enfoque de los principios morales” descuida la cuestión más importante: lo que la gente debe ser. En otras palabras, la cuestión fundamental de la ética no es “¿Qué debo hacer?”, sino “¿Qué tipo de persona debo ser?”.

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Virtudes católicas

Las virtudes son nuestras fuerzas interiores, el contenido de nuestro carácter y la expresión más auténtica de nuestro ser. Los valores son específicos de cada cultura, mientras que las virtudes son valoradas universalmente por personas de todas las culturas. Las virtudes son el hilo conductor que une a la humanidad. Conozca más sobre el significado y la práctica de las virtudes.
Las Cinco Estrategias del Proyecto Virtudes son prácticas que dan vida a las virtudes en cada relación. Nos ayudan a vivir vidas auténticas y con propósito, a criar niños compasivos e idealistas y a crear una cultura del carácter en nuestras escuelas y comunidades. Las Cinco Estrategias se aplican en todas las etapas de la vida.

Valor

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El Catecismo de la Iglesia Católica define la virtud como “una disposición habitual y firme para hacer el bien”[1] Tradicionalmente, las Siete Virtudes Cristianas o Virtudes Celestiales combinan las cuatro Virtudes Cardinales clásicas de la prudencia, la justicia, la templanza y el valor (o fortaleza) con las tres Virtudes Teologales de la fe, la esperanza y la caridad. Los Padres de la Iglesia las adoptaron inicialmente como Las Siete Virtudes, y no deben confundirse con las Siete Virtudes Capitales.
Los filósofos griegos Aristóteles y Platón consideraban que la templanza, la sabiduría, la justicia y el valor eran los cuatro rasgos de carácter más deseables. El Libro de la Sabiduría es uno de los siete Libros Sapienciales incluidos en la Septuaginta. En Sabiduría 8:7 se afirma que los frutos de la Sabiduría “… son las virtudes; porque ella enseña la moderación y la prudencia, la justicia y la fortaleza, y nada en la vida es más útil para los hombres que éstas”.

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